Esta es la historia de una máquina, un monstruo metálico que fue concebido casi como una broma, se llevó por delante un presupuesto nada desdeñable y, tras varios meses de gloria siendo objeto de admiración por parte de medio mundo, terminó sus días como vulgar chatarra. Una pena, ciertamente, porque aunque el gran telescopio de la Exposición Universal de 1900 fuera un fiasco, sólo por su tamaño y su original concepción, merecía un destino más amable.
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