domingo, 14 de junio de 2020

Vanguard 1




Uno de los primeros satélites que se lanzaron al espacio todavía está orbitando a la Tierra, me refiero al Vanguard 1 lanzado por los Estados Unidos el 17 de marzo de 1958 y que no es más que una esfera metálica casi del tamaño de una toronja. En su interior contiene una batería de mercurio, seis antenas, un transmisor de radio de 108.03Mh y para entonces una tecnología de punta, paneles solares; sí, el Vanguard 1 tiene pequeñas celdas solares en su superficie exterior que supongo que para entonces era una cuestión revolucionaria, casi como que hoy un satélite o sonda espacial tuviera motores de iones o de antimateria. 

Vanguard 1 casi que fue utilizado como conejillo de indias para probar los cohetes de tres etapas de los Estados Unidos, estamos hablando de una época previa a la fundación de NASA. Así que después de tres intentos fallidos por fin llegó al espacio y sirvió para realizar algunas mediciones que le dieron pie a los geólogos en medir la forma de la Tierra. Pero sobre todo fue una lanzamiento de propaganda para evitar que los soviéticos siguieran a la cabeza de la revolución espacial. 



El Vanguard 1 estuvo orbitando a nuestro planeta y transmitiendo durante siete años hasta que en mayo de 1964 agotó su batería y guardó silencio. Ahí sigue girando en torno a la Tierra cada 132.7minutos, alejándose a unos 3840.5 km de la Tierra y acercándose a 656.8 km, aunque con el pasar de los años, la radiación solar hará que esas distancias cambien eventualmente estimándose un triste final para el Vanguard cuando caiga a la Tierra en una fecha cercana al año 2198. 

Para entonces espero que tengamos la tecnología para capturarlo, salvarlo de su destrucción y colocarlo en un museo del aire y del espacio, si es que todavía para 2200 hay civilización e interés en la ciencia; nadie sabe, si de algo sirve el estudio de la antigüedad es para no dar nada por sentado. Los científicos antiguos que trabajaron desarrollando el conocimiento y guardando textos en la biblioteca de Alejandría, ellos creían que su patrimonio intelectual estaría intacto para la eternidad y  nunca imaginaron que con el tiempo llegarían los cristianos a incendiar la biblioteca del Serapeum, y que luego unos pocos siglos más tarde los musulmanes usaran los libros sobrevivientes de la Gran Biblioteca de Alejandría para calentar el agua de los baños de la ciudad.