jueves, 31 de diciembre de 2009

Años Nuevos


Si observáramos a nuestro planeta desde muy lejos, veríamos que cada 24 horas realiza un giro sobre si mismo, ese movimiento es el responsable del día y de la noche. Sin embargo, no es el único movimiento que realiza, si nos tomamos el tiempo, veremos que en el transcurso de 365 giros, nuestro mundo vuelve a un punto de su órbita alrededor del sol, período que al completarlo le llamamos: año.
Conocemos esta medida desde la antiguedad, diferentes culturas ha utilizado dicho movimiento alrededor del sol para administrar sus sociedades y algunos de ellos llevar la cuenta de su historia. En algunas sociedades se logró dividir la rotación terrestre en pequeños lapsos de tiempo, que luego han servido para dimensionar la vida cotidiana. Actualmente nuestra sociedad observa esta dimensión como una línea de tiempo, donde existe un pasado, un presente y un futuro.
Estas dimensiones son eternamente cambiantes, el lapso entre dos eventos marca la diferencia entre el pasado y el futuro, gracias a esta comprensión los humanos somos capaces de ordenar sucesos y secuenciar la historia.
Tiempos relativos
La física clásica entendía el tiempo como absoluto, bajo este criterio todo el universo está bajo un misma misma escala de tiempo. Si una persona viaja en un bus interurbano y otra persona la observa desde la orilla de la calle, con seguridad ambos observarán que se encuentran en un mismo tiempo. Pero imaginemos que el bus en lugar de viajar a 50 kilómetros por hora viaja a una velocidad cercana a la velocidad de la luz, 300 mil kilómetros por segundo. ¿Como verían el mundo ambos observadores? Para esos parámetros extremos la física clásica no puede dar respuesta, es ahí donde la física relativista considera el tiempo como relativo, es decir, que se presenta en diferentes marcos referenciales.
Para el pasajero del bus hiperveloz, el mundo exterior le parecerá acelerado, como en una película que se adelanta velozmente. Mientras que la persona que desde afuera observa al pasajero, verá que dentro del bus el mundo parece estar congelado.
La física relativista considera que la medida del tiempo depende del sistema de referencia donde esté ubicado el observador, o los diferentes observadores, por lo mismo la velocidad espacial que se encuentre.

Los años culturales, cósmicos y eones universales
La mecánica relativista nos sirve para darnos una idea de lo misterioso que puede ser la dimensión temporal. Mientras esta dimensión nos maravilla, nuestro día y la noche se intercalan una y otra vez formando lo que denominamos días, luego meses y años, tiempos cotidianos.
Cada día que pasa y cada cierto número de meses, nuestras culturas dan por cerrado ciclos. En el antiguo Egipto y Persia el nuevo año estaba asociado al equinoccio de Otoño (21 septiembre), los griegos usaron hasta el siglo 5 A.C. el solsticio de invierno (21 diciembre) para marcar su inicio de año. En esa misma época los antiguos romanos consideraban el primer día del año el inicio del mes de marzo. Sin embargo, hacia el año 47 A.C. Julio César denominó el mes de enero como el inicio del año, únicamente por que en ese mes los cónsules de Roma asumían sus puestos de gobierno. Hacia 1582 el papa Gregorio XII mantuvo esa costumbre y la oficializó para el 1 de enero, la cual nos ha llegado hasta nuestros días.
No es el único año nuevo. Los chinos miden su escala con un factor mucho más astronómico que el mundo occidental, cuentan dos lunas llenas desde el solsticio de invierno y ese día les marca el inicio de su año.
La astronomía también considera cierres de ciclos, uno de ellos es el año anomalístico, que representa el giro completo de la órbita de la tierra en el punto donde se encuentra más cercano al sol, es decir, en su Perihelio. Pero recordemos que la Tierra no sólo gira alrededor del sol. El sol mismo y todos los planetas tienen un movimiento uniforme en el espacio. En conjunto todo el sistema solar se mueve hacia una misma dirección alrededor del núcleo de nuestra galaxia, la Vía Láctea. Se dice que nuestro sistema solar realiza una vuelta completa a la galaxia en 225 millones de años, una medida que llamamos año cósmico.
Es un respiro el año cósmico, si consideramos la medición del Eón de tiempo, un ciclo mucho mayor, y se expresa como la duración extrema y completa del universo. Lo que fue, es y será, todo el tiempo y todos los eventos posibles en el universo están conformados por esa palabra. Es decir, los eones conforman el infinito.

(Publicado en periòdico El Faro enero 2007 adaptado al 2010)

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