Un equipo de astrónomos operando desde el radiotelescopio Parkes de la CSIRO (Commonwealth Scientific and Industrial Research Organisation), en Virginia Occidental (Australia), ha detectado una breve emisión de radio proveniente del espacio profundo, y cuya potencia desafía toda explicación.
El acontecimiento se produjo hace ya seis años, pero la potencia de la señal era tal, que había sido catalogada entre las emisiones parásitas de origen terrestre, y descartada. Ahora, escuchando antiguos registros en el marco de un estudio destinado a la obtención de una licenciatura en la Universidad de Virginia Occidental, el estudiante David Narkevik acaba de darse cuenta de su autenticidad.
La duración del evento no excedió de 5 milisegundos y su origen se sitúa alrededor de 1 500 millones de años luz de la Tierra. Teniendo en cuenta estos parámetros, la cantidad de energía emitida puede ser fácilmente estimada en 1033 julios, lo que equivale a la producción acumulada por una central eléctrica de 2 000 MW que funcionara sin interrupción 2 000 millones de años.
"Teóricamente, el número de acontecimientos cósmicos que observamos a tal distancia se revela muy débil", declara Matthew Bailes de la Swinburne University de Melbourne, "pero éste era tan intenso que saturó nuestros aparatos completamente", añade.
La duración del evento no excedió de 5 milisegundos y su origen se sitúa alrededor de 1 500 millones de años luz de la Tierra. Teniendo en cuenta estos parámetros, la cantidad de energía emitida puede ser fácilmente estimada en 1033 julios, lo que equivale a la producción acumulada por una central eléctrica de 2 000 MW que funcionara sin interrupción 2 000 millones de años.
"Teóricamente, el número de acontecimientos cósmicos que observamos a tal distancia se revela muy débil", declara Matthew Bailes de la Swinburne University de Melbourne, "pero éste era tan intenso que saturó nuestros aparatos completamente", añade.
En cuanto al origen de esta emisión de una intensidad poco común, continúa siendo un misterio por el momento. El profesor Duncan Lorimer, de la Universidad de Virginia Occidental, piensa que podría ser el resultado de la colisión de dos estrellas de neutrones o el último suspiro de un agujero negro antes de su completa desaparición.
Aunque sólo uno de estos acontecimientos haya sido observado hasta ahora, los astrónomos consideran que sería perfectamente posible descubrir otros, a condición de cubrir una extensión de cielo bastante amplia. Es la opinión del Dr. John Reynolds, director del observatorio Parkes, que señala que el Australian SKA Pathfinder, un conjunto de 45 radiotelescopios actualmente en construcción y que debería estar terminado en el 2012, responderá a estas exigencias.
Mientras tanto los investigadores analizan atentamente los datos registrados en el curso de los últimos años por Parkes, con el fin de determinar si otras emisiones del mismo tipo no han sido registradas. Mientras tanto el acontecimiento evoca irresistiblemente el descubrimiento fortuito de los primeros estallidos de rayos gamma (o GRB) por satélites militares en los años 1970, entonces identificados como el rastro de explosiones de estrellas muy masivas en supernovas con formación de un agujero negro.
Aunque sólo uno de estos acontecimientos haya sido observado hasta ahora, los astrónomos consideran que sería perfectamente posible descubrir otros, a condición de cubrir una extensión de cielo bastante amplia. Es la opinión del Dr. John Reynolds, director del observatorio Parkes, que señala que el Australian SKA Pathfinder, un conjunto de 45 radiotelescopios actualmente en construcción y que debería estar terminado en el 2012, responderá a estas exigencias.
Mientras tanto los investigadores analizan atentamente los datos registrados en el curso de los últimos años por Parkes, con el fin de determinar si otras emisiones del mismo tipo no han sido registradas. Mientras tanto el acontecimiento evoca irresistiblemente el descubrimiento fortuito de los primeros estallidos de rayos gamma (o GRB) por satélites militares en los años 1970, entonces identificados como el rastro de explosiones de estrellas muy masivas en supernovas con formación de un agujero negro.
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